Un río de sudor corre por mi pecho. A la distancia, el rugir de los truenos desata la orquesta del Amazonas. Grillos, chicharras y saltamontes chillan con anticipación desesperada. Un par de tucanes pechiblancos aúllan desde sus perchas entre las ramas. Tres pihas gritonas se suman en un crescendo, escondidas en el entramado verde. La selva arde de fiebre.
Bienvenidos al corazón delAmazonas, Camp 41, uno de los proyectos más antiguos de investigaciones tropicales en el mundo. Un proyecto concebido por el renombrado ecologista Thomas Lovejoy, famoso por haber inventado el ´termino “biodiversidad”. El proyecto busca identificar cuál es el tamaño mínimo de hábitat de selva tropical que puede mantener y sustentar la diversidad de animales y plantas de una selva intacta.
Durante los 34 años transcurridos desde su creación, Camp 41 no solo ha sido exitoso dándonos respuestas reveladoras, sino que también ha desatado un torrente de claves cruciales y fascinantes sobre cómo funcionan los bosques tropicales. Esto, a su vez, ha captado la atención de gente eminente, como Bill Clinton, Al Gore y Tom Cruise, y cada uno de ellos ha hecho algo por el proyecto.
Para nosotros fue simple. David y yo estamos corriendo el largo de Sudamérica por sus tierras y su vida salvajes. Pensamos que una expedición como la nuestra no estaría completa sin cruzar el magnífico Amazonas y encontrarnos con algunos de los biólogos que están estudiando las dinámicas increíbles de las plantas y los animales que acechan en el escenario de estas selvas.
Después de 8400 kilómetros, y a un año de haber empezado nuestra carrera, llegamos a la calcinante metrópolis de Manaus, donde nos encontramos con Luis Camargo, el administrador del Camp. Un encantador brasileño que, riéndose de nuestra llegada poco ortodoxa, nos explica cómo comenzó el proyecto. “Los rancheros de ganado estaban desmontando miles de hectáreas de bosque primario de tierras bajas para el pastoreo. Las leyes del Brasil estipulaban que un 50% del bosque primario (ahora es un 80%) debía ser preservado dentro de los ranchos ganaderos. Trabajamos con los rancheros para asegurar que las parcelas de bosque que tenían la obligación de mantener, nos sirvieran de foco para nuestros estudios. Una serie de 1, 10, 100 y 1000 hectáreas de parcelas de selva fueron marcadas y preservadas dentro de los pastizales, y eso nos permitió comparar las plantas y animales en las distintas parcelas, y en la selva virgen dentro de nuestras áreas de estudio.”
Entonces, a lo largo de las décadas, una armada de científicos ha estado escuchando, midiendo y grabando las extraordinarias vidas de los habitantes de las parcelas y sus vecinos con más suerte, en el prístino bosque sin parcelar. No han dejado piedra sin levantar, literalmente, desde las hormigas hasta las ranas arborícolas, desde las arañas y los monos capuchinos hasta los árboles magníficos parientes de las arvejas, todo lo han investigado.
Por supuesto, estas no son comunidades de plantas y animales comunes. Juntos forman el ecosistema más diverso y complejo de toda la tierra: el bosque lluvioso tropical, donde más de la mitad de las especies del mundo habita en menos del 7% de la superficie del planeta.
Estiramos el cuello para buscar las copas de los árboles que pinchan el sol, allá a 35 metros por encima del sendero. En algún lugar allá arriba vive una de las águilas más grandes del mundo, la magnífica águila arpía, que se desayuna con monos. Y qué mejor lugar para cenar que el Amazonas, ¡con la variedad de monos que hay en el menú!
Pero aun las aves, el grupo de animales más estudiado y conocido, no son lo que parecen, en este inmenso invernadero. Mario Cohn –Haft, un ornitólogo destacado que ha investigado miles de aves en sus proyectos en el Camp, nos cuenta, él mismo asombrado, de las nuevas especies que se están descubriendo, y cómo hay que re definir las clasificaciones. “Estudios genéticos están revelando que cada área interfluvial (áreas entre los cientos de ríos de la cuenca del Amazonas) sostienen especies únicas.” Colombia, por ejemplo, considerado el país con más diversidad de aves en el mundo, tendrá que aceptar la superioridad de Brasil en el tema de las plumas. Tampoco es que a las aves les importe mucho si son colombianas o brasileñas, por supuesto, ellas vuelan libremente sobre las fronteras.
Mientras tanto, una tropilla de científicos investigan lo que pasa con los habitantes de los fragmentos de los bosques, y se preguntan cómo han respondido a este exilio en una isla rodeada de pastizales, una isla que es de un tamaño infinitamente menor a su hogar original. Cómo soportan el sol que las abrasa cuando se cuela por los bordes de su hábitat. Cómo reaccionan frente a cada vez más predadores y a la competencia de invasores, a los tamaños reducidos de la comunidad que los lleva al entrecruzamiento genético, a cambios alimenticios…..
¿Y las respuestas? Siempre complejas, sorprendentes y variadas, como es de esperarse del más extraordinario, rico y diverso ecosistema del mundo. Que las hormigas soldados desaparecen porque los fragmentos de tierra son demasiado pequeños para que se suban a su presa. Que cuando ellas caen, lo mismo lo hacen sus “hombres de confianza”, las aves insectívoras que se sirven de la presa caída huyen del bosque. ¿Hubieras imaginado que un pecarí que abandona el fragmento de bosque por ser pequeño, resulta en que sus revolcaderos se secan y con ellos desaparecen las especies únicas de sapos que llamaban a sus parejas para dejar los huevos de nuevas generaciones en los lodazales?
Thomas Lovejoy, José Luis Camargo, Mario Cohn – Haft, sus colegas y estudiantes en Camp 41, han esclarecido tanto sobre las selvas tropicales, su funcionamiento, tanto cuando permanecen intactas como cuando han sido parceladas.
A medida que nuestros pasos nos alejan de la Gran Savana y nos llevan al norte, hacia Venezuela, lejos de esta extraordinaria caldera de biodiversidad, vuelvo a pensar en el pecarí y en los sapos, y me encuentro en la secundaria con el concepto de la cadena alimentaria, la base de las conexiones entre los habitantes del Camp 41. Que todos los seres vivos (incluyéndonos a nosotros) en cualquier ecosistema que vivan, están conectados, la mayoría de las veces, en relaciones insospechadas. Que aun las especies que más odiamos, tienen una función importante y que las especies que amamos seguramente dependen de aquellas otras que no son de nuestro agrado.
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Para averiguar más sobre la primera expedición mundial de Katharine y David Lowrie, visite 5000mileproject.org y 5000mileproject @twitter, facebook & youtube